La presente exposición es el resultado de una colaboración con la Fundaçao Eugénio de Almeida en Évora, Portugal. La artista portuguesa Gabriela Albergaria estuvo en residencia en Honda durante un mes, realizando salidas de campo, recolectando especímenes, fotografiando y dibujando. Las piezas en esta exposición son el resultado del proceso en Colombia, entremezclado con materias, imágenes y especímenes recogidos en Évora y en otros lugares, en un intento de entretejer paisajes separados cultural y geográficamente a partir de operaciones escultóricas ejercidas sobre las materias recogidas en ellos.
En el trabajo de Albergaria se manifiesta la voluntad de transformar la naturaleza, o más exactamente de reestructurarla, siguiendo órdenes distintos al natural. La exposición muestra diferentes maneras de aproximarse a este problema. Entre las varias estrategias utilizadas por la artista están: el cambio de la materia constitutiva de una forma natural, que la vuelve objeto escultórico; la utilización de tierras del lugar para construir la imagen de un espécimen botánico que crece en él; el despiece sistemático de un árbol completo para reordenar los fragmentos siguiendo una lógica racional; la regularización geométrica de la tierra para construir un jardín en potencia dentro de un contenedor cuadrado; la puesta en relación de objetos de proveniencia geográfica y material diversa en una línea de tiempo que sugiere continuidad.
El título de la exposición hace referencia a una anécdota contada por Henri Michaux: luego de un largo viaje en barco a través de la selva, una mujer exclamó al entrar al Gran Parque de Belém do Pará: «ah, al fin, naturaleza!» (que podría entenderse como «al fin un poco de orden, un poco de distancia para poder realmente ver»). El ordenamiento efectuado por la cultura de lo natural lo haría, al parecer, más inteligible. Esta exposición toma distancia frente a lo natural y, mediante acciones escultóricas, efectúa un reordenamiento de su forma, su lógica compositiva, su estructura y en sus órdenes relacionales, para devolvernos una naturaleza ligeramente extraña, sutilmente otra.
Pero la tradicional distinción entre naturaleza y cultura es puesta en crisis por la noción de Antropoceno, la era geológica en que vivimos, determinada por los cambios que resultan de la presencia continuada de la especie humana sobre el medio ambiente. Con la naturaleza entrando en su sexto evento de cambio radical, en este caso debido a los efectos de las acciones humanas, las nociones de «lo natural» y «lo cultural» no pueden ser ya separadas, están necesariamente imbricadas. Mediante sus operaciones de reorganización de la materia, Albergaria reflexiona sobre estas relaciones, difuminando las oposiciones para construir piezas híbridas de gran potencia formal y profundidad conceptual.
José Roca