En estos primeros años del siglo XXI – y por primera vez en toda la historia de la humanidad – la mayoría de la población del mundo vive en ciudades. Como civilización hemos realizado una transición dramática hacia lo urbano que aún no asimilamos totalmente.
En esta transición estamos intentando redescubrir y redefinir la presencia de la naturaleza en el contexto urbano. Me inquieta la idea de generar perspectivas dislocadas de esta experiencia contemporánea como un forma de ayudarnos a la comprensión de estos procesos.
Este proyecto consiste en una reflexión visual en torno a la figura del árbol urbano, que es tal vez la presencia más cercana de la naturaleza en la experiencia cotidiana de la ciudad. El tiempo del árbol, aunque cotidiano, se alza con elocuencia frente al ritmo de una ciudad dinámica y caótica como Bogotá. Para el ser humano el tiempo del árbol es un tiempo mayor, un tiempo que tiene proporciones mucho mas extensas que el nuestro, inamovible, sereno, y sabio. El solo hecho de intentar concebirlo es ya una suerte de meditación. Los árboles, justamente, por su naturaleza, llaman a una observación lenta, a la pausa y a la reflexión.
Estas ideas están en estrecha relación con el papel que desarrolla lo fotográfico como maquina primordial del tiempo en nuestra cultura. El dispositivo fotográfico me permite una aproximación al tiempo ancho y augusto del árbol: los tiempos muy largos de exposición en la imagen fotográfica (que pueden oscilar entre 30 segundos y 7 u 8horas) constituyen una forma de experimentación plástica, una observación reverente, que da forma a esta propuesta.
Guillermo Santos