Situándose en un lugar indefinido entre la arquitectura, el diseño y el arte, el trabajo de Daniel Acosta (Rio Grande, Brasil, 1965) cuestiona la proverbial inutilidad de este último. Sus esculturas/recintos/muebles invitan al espectador a un ejercicio activo de participación, interacción y diálogo.
Acosta invoca una larga tradición de arquitectura y diseño que parte de los postulados modernistas (estandarización, uso de materiales industriales, coordinación modular) y a la vez escapa de ellos mediante líneas de fuga en donde el rigor geométrico es puesto a jugar (y es puesto en juego) por medio de formas orgánicas inesperadas. En muchas de sus obras Acosta hace referencias eruditas a la historia del diseño moderno; en su trabajo se pueden ver ecos de Charles y Ray Eames en el uso creativo de los materiales industriales como el contrachapeado (plywood), de Archigram en la idea de la arquitectura como organismo, de Joe Colombo en la creación de espacios-objeto, a la vez muebles de escala arquitectónica y recintos que contienen al espectador/usuario proponiéndole usos o actividades múltiples a su interior. Las referencias de Acosta a la historia del diseño moderno ayudan a situar su trabajo en una línea conceptual de corte utópico en donde el diseño y la arquitectura aspiraban a tener posibilidades reales de transformación de la sociedad. La distancia histórica nos permite ver hoy los límites de tal pretensión. En ese sentido, la aproximación de Acosta no está exenta de una actitud crítica: el uso de ciertos materiales como la Formica tiene ya su carga de anacronismo, vestigios de un pasado reciente en el cual progreso y tecnología parecían ir de la mano.
Al referirse a su trabajo, Acosta habla de disponibilidad funcional, en el sentido que si bien sus objetos permiten una interacción, no necesariamente la demandan. Muchos de estos trabajos son el resultado de comisiones, y en ese sentido intentan resolver desde el diseño una situación funcional y espacial específica. Son espacios de inclusión, abiertos al público, que incentivan un uso no normado ni controlado. Muchos de estos proyectos están en lugares públicos y su acceso es completamente libre. Es usual que a su interior se den conversaciones entre personas que no se conocen, pues la situación de intimidad establece un marco propicio para este tipo de interacción espontánea. Por ejemplo en SATOLEPKOSMOCAVE (2006) -la primera en una serie de recintos/esculturas- la estructura, situada en el espacio público de Pelotas, proponía un espacio de observación del patrimonio arquitectónico de la ciudad. En TOPORAMA, realizada para el Centro Cultural São Paulo (2010), una serie de bancas de distintos tonos de madera y con variaciones incrementales en su tamaño generan un recinto escultórico que puede ser objeto de observación, o bien puede ser alterado por los usuarios en función de sus necesidades para conformar pequeños grupos de discusión o lectura mientras esperan para entrar al cine o a una obra de teatro.
CAVURBA (2011), concebida para la exposición Paralela en Sao Paulo, se situaba a la entrada del recinto en donde se dispuso la muestra, al aire libre. El público la usaba para conversar, fumar, o esperar a alguien antes de entrar a ver la muestra, sin tener certeza de si se trataba de una de las obras de la exposición, o de mobiliario urbano. Esta ambiguedad no preocupa a Acosta: por el contrario, la situación de la pieza en el espacio público era esencial, pues al interior del espacio expositivo la obra hubiera sido leída como escultura y probablemente su utilización hubiese sido más cercana al ritual propio de la visita de arte (entrar, experimentar, salir), que al uso que se le dio.
No todos los proyectos de Acosta son pabellones auto-contenidos que se perciben desde afuera como objetos: algunos de ellos alteran de manera sutil el espacio, desde adentro, con los mismos resultados.
Uno de los componentes de la 8 Bienal de Mercosur en Porto Alegre, Brasil, de la cual fui el curador general, era un espacio de encuentro para los artistas, los mediadores y el público que llamamos Casa M. El corazón de este proyecto era la biblioteca, que albergaba el valioso archivo de la bienal y su historia expositiva. Acosta concibió REPLIKASHELVESYSTEM, de la cual posteriormente realizó una versión en madera industrial cruda y a mayor escala para el espacio FLORA en Bogotá, Colombia. En ambos casos se trata de una biblioteca estrictamente funcional (vista frontalmente es una retícula completamente regular), pero con un juego formal que influye en la percepción del espacio: tanto en su vista lateral como en la planta, las superficies verticales y horizontales que conforman la biblioteca han sido cortadas en zig-zag y encajadas para que formen picos y valles en ambos sentidos. El efecto óptico altera completamente el espacio, sugiriendo dinamismo y movimiento según el ángulo desde donde es mirada y con el recorrido del espectador. Acosta complementó la biblioteca con una viga aérea, una columna y una banca que ayudaban a integrar el espacio circundante dentro del área de influencia del mueble.
Acosta es consciente del potencial transformador del arte cuando hace el tránsito hacia la esfera del diseño, cuyo mandato de resolver en términos estéticos una prioridad funcional lo hace necesariamente más cercano al uso por parte de las personas. Refiriéndose a este asunto, Acosta ha afirmado: “Todos estos trabajos, más allá de tener una situación digamos más escultórica, o sea que presentan una visualidad interesante, materiales, estructuración… tambien pueden ser vistos como pequeñas arquitecturas en función de su uso. La posibilidad de que uno se pueda sentar los aproxima al mobiliario urbano y al diseño. Cuando están sentadas las personas pueden, entre otras cosas, observar el ambiente alrededor. Entonces, (estos trabajos) son como dispositivos que potencian el ambiente, señalando por contraste, en el caso de la ciudad, los espacios de exclusión”. La arquitectura escultórica de Acosta representa justamente lo opuesto, planteando espacios de inclusión en donde el espectador ejerce su derecho ciudadano de expresión.
José Roca.
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Daniel Acosta: Spaces of inclusion
Achieving an undefined place between architecture, design and art, the work of Daniel Acosta (Rio Grande, Brasil, 1965) questions the proverbial uselessness of the last one. His sculptures/spaces/furniture invite the spectator to experience the active exercise of participation, interaction and dialog.
Acosta invoke a long architectural and design tradition grounded in modernist premises (Standarization, use of industrial material, modular coordination) and, in turn, elude them through outbreaks where geometric constrains are challenged using unexpected organic forms. It is usual that Acosta’s pieces refers to the scholar postulates from Modern Design History; its works shows influences from Charles and Ray Eames through the use of industrial materials like plywood, from Archigram refering its vision of architecture as an organism, from creation of space-objects by Joe Colombo, and at the same time, creation of great-scale furnitures and places that contain and propose multiple uses to the user/spectator. Acosta’s references to Modern Design History placed his artworks in the utopian conceptual framework where design and architecture thoroughly aimed to change the world. Today, historical distance allow us understand limits from that pretention. In that sense, Acosta also assumes a critical approach: use of some sort of material like Formica carries its own anachronism, remains from a recent past where progress and technology walked hand in hand.
Talking about his work, Acosta refers to functional disponibility, pointing that although his objects allow an interaction, not necessarily claim for it. Many of this works were comissionated, in that sense they try to solve a specific functional and spatial situation. They are inclusion places, open to the public and suggesting an non-regulated and uncontrolled interaction. Lots of this works are totally free access and located in public space. Frequently, their intimate atmosphere incentive spontaneous talks between unknown people; for example, SATOLEPKOSMOCAVE (2006) structure (first one from the serie places/sculptures), located in Pelotas’ public space, proposed an observational place to contemplate the architectonical heritage of the city. In Toporama, made it for the São Paulo Cultural Center (2010), a serie of benchs of different wood tones and growing in size, creating a sculptoral precinct that could be aim of observation, or could be modify by its users, depending on their needs, to create discussion or lecture groups, while they are waiting the film or theater function.
CAVURBA (2011), concebed for Paralela exposition in Sao Paulo, was located at the entrance of the exhibition, outdoors. The public used it as a talking, smoking or meeting place before they enter to the exposition, unknowing if it was part from the artworks or just another urban furniture. Acosta isn’t concerned about this ambivalence, quite the opposite: public space was essential for the artwork, while been indoors would be interpreted as a sculpture and probably would be visited under the specific ritual commonly used for art expositions (enter, observe, exit), far away from what was experienced.
Not all the Acosta’s projects are self-contained pavillons that are percebed as objects from outside: Some of them subtly modify the space, from inside, getting equal outcomes.
One of the modules of the 8 Bienal de Mercosur in Porto Alegre (Brasil), where I was the main curator, was a meeting place for artist, mediators and the public, known as Casa M. The main of this project was the library, where the valuable Bienal archive and its exhibition history was kept. Acosta concebed REPLIKASHELVESYSTEM, and also an industrial raw wood version scaled for FLORA in Bogotá, Colombia. Both projects were strictly functional libraries (front view is a regular grid), but with a formal game that alter space perception: from lateral and floor view, the outer face of the structure has a zig-zag finish forming a peak and valley surface. The optic effect totally modifies the space perception, suggesting dynamism and movement depending on the spectator point of view. Acosta combined the library with a crossbeam, a column and a bench, enhancing the space integration achieved by the furniture ensamble.
Acosta is aware of the transforming power of art when leads to design framework, which guiding principle tries to solve in aesthetic terms a functional need, and in this way approaching more to people needs and actions. Having this in mind, Acosta asserts: “All these works, more than being in a sculpture framework, that is they represent an interesting view, materials, structure…..they also can be seen as architectural pieces depending on its function. This projects come closer to urban furniture and design as they allow people to seat; and when they sit, is easier to observe the surroundings. Then, this woks are mechanism that increase the environment, in contrast pointing out the exclusion zones in the urban context “. Acosta’s sculptural architecture represents the opposite, creating inclusion zones where the spectator, as citizen, can exercise his right of free expression.
José Roca.