El artista Tobias Putrih (Kranj, Eslovenia, 1972) es conocido por sus intrincadas estructuras, instalaciones y objetos realizados con materiales simples como papel, cinta de enmascarar, cartón corrugado, espuma de poliuretano, tubos de cartón o aluminio, y madera contrachapeada o aglomerada. Sus referentes son variados y van desde la alquimia y la ciencia ficción hasta la antropología, la física, arquitectura visionaria y en especial el cine, su gran pasión. Putrih se interesa por la repetición, la serie, la acumulación y las desviaciones y errores que se derivan de todo proceso de copia. En algunas de sus obras pide a personas que interpreten sucesivamente una forma dada usando como modelo la inmediatamente anterior, con lo cual el error se va acumulando (como en el popular juego de “teléfono roto”), dando como resultado una forma impredecible y caprichosa. Sus proyectos enfatizan los procesos experimentales al generar objetos inacabados que guardan la capacidad de mutar al plegarse, colapsar, re-articularse y proyectar funciones alternativas.
Putrih realiza filmes a partir de objetos y situaciones, que en ocasiones dan la ilusión de tratarse de fenómenos naturales. En 2013, para la sección de Proyectos de la feria artBO (cuyo tema eran los discursos de la ciencia), creó un filme animando fotos que había tomado años antes de un huevo común, en diferentes posiciones. Mediante procesos de contraste e inversión de la imagen, lograba el efecto de un eclipse, o la traslación de un cuerpo celeste.
En muchas ocasiones Putrih diseña los teatros en los cuales habrán de presentarse sus filmes. Por ejemplo, en 2007, para la 52 Bienal de Venecia, realizó un teatro con madera aglomerada cortada en formas caprichosas, sugiriendo las paredes rugosas de una cueva. En este teatro temporal se presentó una antología de cine experimental seleccionada por el artista.
Hace un año invitamos a Tobias Putrih a concebir un proyecto para el pequeño auditorio de FLORA. Como en el caso de la biblioteca, diseñada por el artista brasileño Daniel Acosta, o el timbre, pieza sonora de la artista colombiana Beatriz Eugenia Díaz, nos interesaba que el auditorio fuera un proyecto de artista. A Putrih le interesó el reto, y propuso el conjunto de piezas presentado acá.
El invierno pasado, el artista escaló la montaña Olseva, en la frontera entre Austria y Eslovenia, hasta llegar a la cueva prehistórica Potocka zijalka. Su idea era tomar un solo rollo de filme de 16mm -empezando con un cuadro en blanco y terminando con un cuadro en negro. El artista filmó una persona entrando a la cueva y desapareciendo en su penumbra.
Cuatro meses después, Putrih fue invitado al festival de cine de Oberhausen. En vez de proyectar el filme, se decidió por una performance colectiva: entregó al público el rollo de película en negativo para que lo inspeccionara. Más de 300 personas tocaron y miraron el filme. El artista escaneó este filme sucio y deteriorado y lo editó junto con documentación de la acción. Este es el filme presentado en el auditorio de FLORA.
Putrih tomó una fotografía de la entrada de la caverna desde su interior, que por contraste con la oscuridad semeja un gran ojo blanco, y tomó esta forma como el inicio de uno de sus procesos de serie/traducción/progresión formal, con lo cual esta forma irregular paulatinamente va conformando los costados del auditorio, que ahora semeja una caverna. Una luz cálida sincronizada con el proyector completa este conjunto.
Hay dos otras piezas complementarias: una fotografía tomada desde el interior de la caverna -con la entrada “cancelada” con una máscara que sólo permite entrever el exterior- y una columna en materiales diversos que responde a la misma forma. Una pieza similar, junto con otros objetos, está actualmente exhibida en artBO, en la galería Gregor Podnar.