Las imágenes proliferan, no dejan de proliferar. El cine, el arte, la ciencia, la religión, la publicidad, entre otros, las construyen, las almacenan y las hacen circular. Los archivos las resguardan y las instituciones les otorgan significados y las utilizan para dictaminar sentidos, generando a su vez nuevas imágenes y nuevos sentidos. Así, en un emerger incesante, las imágenes y sus sentidos rebotan entre sí redirigiéndose; se citan, se matizan, se contaminan, se retroalimentan y se responden en un diálogo infinito.
Las disciplinas, las instituciones y los dispositivos que median entre el referente inicial y su representación podrían entenderse como diversas instancias por las cuales una imagen se desplaza transformándose formal y semánticamente; instancias que van generando grados de abstracción que se suman como capas sobre un mismo plano en un proceso de distanciamiento progresivo de su referente inicial. Detenerse en cada una de las instancias permite identificar distintos entendimientos y aproximaciones acerca de un objeto, cosa, sujeto o territorio en un determinado momento y desde una perspectiva particular.
En Segunda naturaleza. Gráficas y abstracciones de lugar Gilda Mantilla y Raimond Chaves potencian grados de abstracción para hacer visibles aspectos en el constructo territorial y cultural de un lugar particular: la Amazonía. Las piezas incluidas en esta exposición parten del corpus de trabajo previo Un afán incómodo (2010-2012) y en concreto del pase de diapositivas Abstract, los cuales, al igual que Segunda naturaleza, no apuntan a una descripción física y concreta de un territorio, sino que cuestionan las maneras en que este es construido por las imágenes. Por otro lado, recuperan ciertos planteamientos y modos de hacer puestos en práctica a lo largo de los últimos años de trayectoria conjunta, en donde constantemente cuestionan la naturaleza de las imágenes y sus posibilidades de reelaboración y recontextualización.
Durante varias visitas a Iquitos entre los años 2010 y 2011, Mantilla y Chaves recopilaron documentos guardados en archivos y hemerotecas; adquirieron libros, revistas y periódicos en librerías y puestos callejeros locales. En una secuencia selva-ciudad-biblioteca-selva —en la selva hay una ciudad, en esa ciudad hay una biblioteca y dentro de ella está la selva, citando a los mismos artistas— los artistas recuperan imágenes específicas como son una serie de pasatiempos (juegos y acertijos) publicados en diversos medios de la principal ciudad de la Amazonía peruana. El alto grado de manipulación y abstracción que evidencian estas imágenes nos obliga a completarlas, rellenarlas y a descifrar rutas para su comprensión.
El archivo como fuente de construcción de un relato, es aquí una vez más reordenado y manipulado por los artistas en cada una de las distintas piezas, señalando también recorridos en la transformación de algunas imágenes, en particular el de una pintura de Barron Storey recreada como diagrama explicativo sobre especies del bosque húmedo para un artículo de la National Geographic en 1983, el cual luego fue apropiado, modificado, traducido y publicado en la revista Kanatari del Centro de Estudios de la Amazonia Peruana, CETA, en Iquitos.
Los procesos de colonización y modernidad son aún zonas de fricción entre las ideas establecidas por un imaginario común sobre este territorio, muchas veces estereotipado y señalado como lo otro, lo ajeno, lo inabarcable, pero que en un intento fracasado por interpretarlo y aprehenderlo atraviesa instancias de representación y manipulación que lo tergiversan y exotizan hasta diluirlo.
Segunda naturaleza da cuenta de cómo la selva “real”, es decir, la selva como referente representado, abre un universo de distintas “Amazonías” que cargan sobre sí distintas determinaciones acerca de un mismo territorio. Como una jungla enmarañada de sentidos, las representaciones del lugar emergen creando una suerte de “segunda naturaleza” dentro de la cual uno, al igual que en la selva, debe ubicarse, moverse y mimetizarse para lograr sobrevivir.
Pamela Desjardins