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Mère Terre

Barthélémy Toguo


Apertura: mayo 27, 2017.
Cierre: julio 21, 2017.

Barthélémy Toguo, artista camerunés nacionalizado en Francia, desarrolla hace tres décadas un potente trabajo de escultura, dibujo, grabado e instalación en torno a temas como migración, fronteras, ecología, mitos y tradiciones locales y sostenibilidad alimentaria. El marcado corte político de su trabajo es mediado por una re nada sensibilidad poética expresada en acuarelas de gran formato, imágenes sensuales y oníricas de fragmentos de cuerpos, plantas y animales combinados libremente.

Las instalaciones de Toguo incluyen varios elementos sin un orden lógico, planteando el espacio expositivo como un “espacio viviente”, un lugar en el que cohabitan las obras en relación con el visitante. Una serie de acuarelas de gran formato sirven de marco a elementos cotidianos que invitan al espectador a tener una experiencia inmersiva.

El artista camerunés busca cuestionar el espacio expositivo y la idea de contemplación propia de los espacios tradicionales de exhibición del arte y generar un encuentro con su trabajo en un tiempo distendido y de manera más activa.

En esta exhibición presenta las obras realizadas durante su residencia en Honda, Tolima, en las que da continuidad a la relación entre el hombre y la naturaleza, tema constantemente indagado a lo largo de su producción y que en esta ocasión incorpora elementos propios del imaginario del pueblo tolimense.

Barthélémy Toguo vive entre París y Bandjoun, (Camerún) en donde lidera el proyecto Bandjoun Station dedicado a los cruces entre arte y agricultura. Toguo ha participado en innumerables exposiciones individuales y colectivas en los principales museos del mundo, más recientemente en la pasada Bienal de Venecia. Fue finalista del “Premio Marcel Duchamp” otorgado por el Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou de París en 2016.

José Roca
La cabeza fuera del agua
París 2008

Durante una estadía en el Drawing Center de Nueva York en septiembre de 2001, traía conmigo tarjetas posta- les sin usar que había comprado en Düsseldorf.
La gran cantidad de personas caminando en Soho, en Brodway y en Canal Street me impulsó a dibujar peque-ños esquemas de retratos anónimos de todo tipo de gente.
Cuando regresé a mi taller en Paris, pegué en estas postales estampillas que coleccionaba desde hace tiempo, y me vino la idea de ir por todo el mundo dándole la palabra a la gente en esas postales, preguntándoles sobre la vida o la actualidad: la guerra, sus condiciones de vida, sus sueños, sus esperanzas…
Poco antes de mi exposición “La ópera enferma” en el Palais de Tokyo, desbordado en mi taller con la prepa- ración de la muestra, me dio la impresión de estar demasiado enfocado en mí mismo. Decidí entonces partir a Kabul, pero las elecciones que se avecinaban crearon un clima muy violento debido a los atentados. Decidí entonces cambiar de destino, y viajé a las ciudades de Cacâk y Prokupje en Serbia, y luego a las ciudades de Prhisthina y Mintrovisca en Kosovo para pedirle a personas de esos lugares que expusieran su situación.

Fui a las escuelas, a los campus universitarios, a las calles y los mercados; hacía sellar en las o cinas de correo estas postales destinadas a mí mismo, pero no las enviaba sino que las guardaba.

Cuando regresé a Paris, le di un lugar importante en mi exposición a estos mensajes del mundo. Luego siguió un viaje a Lagos: 13 a 15 millones de personas en la miseria total, gente que convive con la violencia urbana, la miseria cruda, el sufrimiento. Luego, en el 2000, explotan las manifestaciones en Francia en la ciudad de Saint Denis: los jóvenes franceses hijos de la inmigración reclamaban que se les tuviera en cuenta. Carros y edi cios públicos fueron quemados, el contagio fue inmediato y muchas villas se in amaron. Decidí ir a esos lugares y darles la palabra a esos jóvenes: el resultado fue sorprendente.

Poco después, viajé a la Habana: los cubanos quieren hablar, pero hay muchos miedos.

En el 2006, en Hiroshima, niños de colegio en peregrinaje dan lecciones de respeto, de tolerancia y sobre todo de paz a nuestro mundo que tanto lo necesita. Luego en Johannesburgo, surgieron temas como el Sida, la vio- lencia y el apartheid, pero también el de los inmigrantes de Zimbabwe, que hablaban de su exilio.
En Moscú aparecen dos temas: el cambio de la situación económica, que vira hacia el capitalismo, y sobre todo el pulso de la situación de Chechenia, que da pie a un comentario como de novela rusa.

A fines del 2007 fui a Newcastle Gateshead para mi exposición en el Baltic Centre for Contemporary Art: decidí organizar un “referendum” con las postales preguntándole a los ingleses: “Qué opina de la presencia de las fuerzas británicas en Irak?”

La cabeza fuera del agua toma así su lugar en nuestra sociedad al darle la palabra a la gente. Es un trabajo interactivo y generoso que hace eco a la frase del escritor Albert Camus: “El arte no es, para mí, un goce solitario, sino un medio de conmover la mayor cantidad de gente dándoles una imagen privilegiada de los sufrimientos y los goces comunes”.

Esta es una serie que continúa. Las postales que se presentan acá en FLORA fueron resultado de dos jornadas con jóvenes de colegios en Honda (Coreducación) y Bogotá (Colegio Pío X). Estas fueron sus respuestas a la pregunta ¿Cuál es su punto de vista sobre los acuerdos de paz que acaban de ser armados entre el gobierno y la guerrilla de las FARC?”.